Refranes y dichos más usados

A partir del listado de las expresiones presentadas a los informantes, los dichos y refranes tradicionales y populares más empleados fueron los siguientes:

Este refrán de origen español aconseja conformarse con lo que se tiene si no se ha podido obtener algo mejor. Antiguamente, en las panaderías, ofrecían a los clientes tortas como sustituto en caso de falta de pan.

Este dicho proviene del ámbito rural argentino. En otras épocas, se asaba a la leña un animal entero. Quien llegaba temprano, tenía la ventaja de comer las partes más sabrosas, mientras que quien llegaba al final de la comida, debía conformarse con el garrón, la parte de la pata cercana a la pezuña que prácticamente carece de carne. Por esa razón, el dicho se aplica a cualquier situación desagradable que alguien debe soportar, o bien, a cualquier actividad planificada que no se puede realizar.

Este refrán se utiliza para poner en evidencia la similitud o semejanza entre el carácter y las aficiones de un hijo respecto de su padre o madre y deriva de la frase “Tal padre, tal hijo”, que se origina en la antigua Roma. Para expresar esta idea, la lengua española recurre a los fragmentos que se desprenden de la madera al ser trabajada, los cuales poseen el mismo color y textura que el tronco del cual provienen. Si bien puede utilizarse en sentido positivo y negativo, en general, se impone este último, es decir, enfatiza rasgos negativos.

Este refrán se emplea para expresar que, del mismo modo que el corte de un hilo se produce en la parte más delgada, cuando se toman determinadas decisiones, las personas más afectadas son las débiles y vulnerables.

Variante de “El muerto se asusta del degollado”, este dicho se utiliza para describir a una persona que se escandaliza de la situación de otra, sin percatarse de que ella misma se encuentra en una situación similar o peor.

Esta sentencia con valor moral utiliza una metáfora -la mentira como una persona- para explicar que las mentiras no llegan lejos; tarde o temprano se descubre la verdad.

Variante de “A caballo regalado no se le mira el dentado”, “A caballo…no se le mira el diente”, A caballo…no se le ve el colmillo”. Este refrán -presente en varios idiomas- recomienda no ser muy exigentes con aquello que obtenemos gratuitamente. Su origen está relacionado con el método utilizado por los expertos para calcular con bastante aproximación la edad y el estado de salud de los equinos a través de la observación de su dentadura. Si bien este refrán se atribuye a San Jerónimo (342-420) – registrado en la introducción al Comentario a la carta de San Pablo a los efesios– se sabe que ya circulaba en la comunidad cristiana al menos, desde antes del siglo IV.

Este refrán compara la situación en la cual la falta de luz impide distinguir las diferencias y se utiliza para advertir sobre los engaños de la vista y las falsas apariencias.

Este dicho significa que una persona se equivocó al realizar una acción o se desubicó con una opinión inadecuada. Tiene su variante en México donde se dice “mear fuera del hoyo o de la olla” y también es usado en otras regiones como Costa Rica y Uruguay.

La sentencia refleja que, cuando se extingue la causa, cesan junto con ella sus efectos. Se origina en los tiempos en que no se conocía aún la vacuna contra la rabia, por lo que se sacrificaba a los animales enfermos para evitar el contagio. Se aplica a la desaparición de un problema debido a la muerte de la persona que lo provocó o al cambio en las circunstancias que lo generaban.

Este refrán aconseja ser precavido en los gastos y a evitar el derroche, puesto que los consumos deben adecuarse a los ingresos. Generalmente, se refiere a aquellas personas que, para aparentar holgura económica, gastan más de lo pueden.

Este dicho hace referencia al comportamiento de las aves que, por desconfianza, ni bien ingieren el alimento, levantan vuelo. Esta expresión suele emplearse de diferentes maneras: referida a las personas que luego de una comida se despiden presurosamente o a aquellas que solo buscan una relación sexual y luego desaparecen evitando cualquier compromiso afectivo.

Este refrán aconseja preservar el nombre del responsable de una mala acción.