Refranes y dichos más usados
A partir del listado de las expresiones presentadas a los informantes, los dichos y refranes tradicionales y populares más empleados fueron los siguientes:
Este refrán se utiliza para poner en evidencia la similitud o semejanza entre el carácter y las aficiones de un hijo respecto de su padre o madre y deriva de la frase “Tal padre, tal hijo”, que se origina en la antigua Roma. Para expresar esta idea, la lengua española recurre a los fragmentos que se desprenden de la madera al ser trabajada, los cuales poseen el mismo color y textura que el tronco del cual provienen. Si bien puede utilizarse en sentido positivo y negativo, en general se impone este último, es decir, enfatiza rasgos negativos.
Esta sentencia con valor moral utiliza una metáfora (la mentira como una persona) para explicar que las mentiras no llegan lejos; tarde o temprano se descubre la verdad.
Este dicho hace referencia al comportamiento de las aves que, por desconfianza, ni bien ingieren el alimento, levantan vuelo. Esta expresión suele emplearse de diferentes maneras: sin connotaciones sexistas, se refiere a las personas que luego de una comida se despiden presurosamente o puede evidenciar una marca sexista cuando hace referencia a actitudes masculinas de aquellos hombres que solo buscan en las mujeres una relación sexual y luego desaparecen evitando cualquier compromiso afectivo.
Este dicho indica que una persona abandona un lugar para evitar complicaciones o por estar cansada o enojada por determinada situación. El término “bosta”, en este caso, no hace referencia literal al excremento del ganado vacuno o caballar sino a un lugar alejado.
Este dicho hace referencia a la acción de “asustarse”, “tener miedo a algo” o “no animarse a realizar una acción”. Posiblemente la expresión guarda relación con la reacción fisiológica del ser humano de vaciar los intestinos en respuesta a situaciones que provocan temor.
Este dicho implica que una persona debe hacerse cargo de algo de lo que no es responsable. Tiene su origen en la Edad Media. En algunas zonas de Europa, cuando se encontraba un cadáver que no podía ser identificado, todo el pueblo debía pagar una multa llamada homicidium- para costear los gastos del entierro. Esta costumbre provocó que, en muchas ocasiones, cuando alguien encontraba a una persona muerta antes de que lo hicieran las autoridades, la arrojaba en un río o mar o la llevaba a un territorio alejado para evitar la multa. De allí surge la expresión “cargar con el muerto”.
Este dicho proviene del ámbito rural argentino. En otras épocas, se asaba a la leña un animal entero. Quien llegaba temprano, tenía la ventaja de comer las partes más sabrosas, mientras que quien llegaba al final de la comida, debía conformarse con el garrón, que es la parte de la pata cercana a la pezuña que prácticamente carece de carne. Por esa razón, el dicho se aplica a cualquier situación desagradable que alguien debe soportar, o bien, a cualquier actividad previamente planificada que no se puede realizar.
Este refrán aconseja hablar de la falta cometida por alguien, pero sin revelar su nombre.
Este dicho alude a los excrementos que cubren los travesaños de madera de los gallineros donde se posan las gallinas. La imagen evoca a una persona sumida en el descrédito o afectada por una seguidilla de dificultades, como el palo cubierto de heces.
Esta expresión indica que alguien cuenta con otra persona con quien entretenerse o tener relaciones sexuales, sin compromiso alguno. La metáfora del “hueso/huesito” podría estar basada en lo que hacen los perros con los huesos: los entierran cuando están satisfechos y los desentierran en caso de necesidad.